Los juguetes propios de nuestro país, que hace algunas décadas fueron muy populares y divertidos para muchos, perdieron la admiración de las nuevas generaciones, ante el boom de juguetes extranjeros y del avance tecnológico; sin embargo, los artesanos aún insisten en su fabricación porque, aseguran, desean mantener vivas las tradiciones populares… de un México que no quieren dejar ir.
Ante la anhelada llegada de los Reyes Magos, los juguetes perfectos de los niños en el siglo pasado eran los trompos, baleros, yoyos, matracas, aviones, carros, guitarras, tambores de madera y muñecas de trapo; artesanías fabricadas con mucha creatividad y gran arte en sus colores, texturas, formas y materiales que no sólo promovían la imaginación, sino que impulsaban el desarrollo de la destreza y la concentración, en niños y adultos.
Pese que ahora los pequeños prefieren otro tipo de juguetes, los artesanos mexicanos, más apegados a nuestras tradiciones, defienden lo característico de nuestro pueblo y el valor de sus creaciones.
«No queremos que queden en el olvido o sólo sean piezas de algún museo», comentó Herminia Morales García, artesana del municipio de Zempoala, Hidalgo, y quien lleva más de 25 años en la fabricación de juguetes de madera.
La señora de 65 años explica que es primordial mostrar a las nuevas generaciones cómo se juega, un yoyo, un balero o una pirinola y lo divertido que pueden llegar a ser.
«Debemos también enseñarles el valor cultural que tienen todos estos juguetes«, remarcó Herminia.
En ello coincide Crecencio Francisco Guerrero, artesano de Acaxochitlán, Hidalgo, quien además comparte: «la tradición la seguimos manteniendo, pero son los adultos, turistas y migrantes mexicanos en Estados Unidos quienes más adquieren estos artículos por los recuerdos que les traen”.
El presidente de la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (Amiju), Miguel Ángel Martín González, estimó que en México hay unos 220 talleres dedicados a la elaboración de los juguetes tradiciones, con dos o hasta 10 integrantes, y que Michoacán, Oaxaca y Guerrero son los principales estados que continúan con esa tradición que forma parte del legado cultural histórico.
Lamentó que esa industria carezca de canales de comercialización o exposición para la venta, lo que les ha impedido salir al mercado a competir con otros juguetes de actualidad.
«Es una industria que no desaparece, pero no tiene crecimientos importantes», remarcó Martín González, quien hizo énfasis en la importancia de ser apoyada por el gobierno para impulsarla, tanto a nivel nacional como internacional.
«Son juguetes sanos. Son nuestras raíces y sólo pedimos que dejen un rato los juguetes de mucha tecnología para voltear a ver lo hecho en México», añadió la señora Herminia.
Por Carlos Trejo Serrano