Es un hecho que los equipos de trabajo diversos siempre contribuyen al crecimiento de las empresas, pero de qué manera éstas pueden ir adoptando modelos incluyentes a su agenda.
Bueno, empecemos por decir que debe haber disposición al cambio, si las personas ubicadas en los puestos de decisión no están abiertas a modificar ciertos patrones, la tradición será básicamente imposible.
De acuerdo con el libro «El lado femenino del poder«, de Patricia Debeljuh, Sandra Idrovo y María del Carmen Bernal: «a partir del compromiso real del CEO y con el convencimiento y apoyo de su equipo directivo, se pueden impulsar distintas iniciativas que promuevan el talento femenino». Por supuesto en este caso no nos referimos únicamente a la inclusión de las mujeres en el entorno laboral, sino a todos los personajes que se desarrollan en él, sin importar el género.
Los primero pasos
Pero no basta con decirlo, es importante asumirlo, bien dicen que «el buen juez por su casa empieza», y así es. Los equipos de trabajo son un reflejo de sus líderes, ellos seguirán el ejemplo- positivo o negativo- que les dé.
Algunas alternativas para comenzar son: realizar un mapeo del equipo de trabajo; desarrollar un plan de comunicación; incluir a los colaboradores; plantear distintos escenarios y crear soluciones en caso de ser necesario.
También es importante remarcar que, aunque quisiéramos que el cambio fuera enorme, este tipo de caminos se inician con pequeños pasos, el impacto tendrá que ver con la madurez y compromiso que todo el grupo de colaboradores asuma, y sí, a veces durante la ruta se irán quedando algunas personas y hay que asumirlo.
Lo ideal sería contar con planes de acción que den la pauta de qué hacer ante la resistencia al cambio, pero debemos tener presente que los esfuerzos no deben desgastar ni distraer del objetivo final: inclusión.