Desde 2015 se celebra el 11 de febrero, por determinación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. El objetivo de la fecha es, según la organización, «lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y además lograr la igualdad de género y el empoderamiento» de ellas.
Sputnik te cuenta las historias de tres ruso-soviéticas que con sus descubrimientos cambiaron el rumbo de la ciencia no solo dentro de las fronteras de su país, sino en todo el mundo. Antes de comenzar recordemos que en la Rusia imperial, a las mujeres no se les permitía estudiar en las instituciones de enseñanza superior
Sofía Kovalévskaya
Nacida en una familia de matemáticos en Moscú en el año 1850, debido a que las mujeres no tenían permitido tener educación superior, optó por salir del país, sin embargo, para hacerlo necesitaba el permiso de su padre o esposo. Sin el apoyo de su familia, la joven persuadió a un amigo de la familia para que se casara con ella por conveniencia.
En 1874, obtuvo el título de doctora summa cum laude en la Universidad de Gotinga (Alemania) y se convirtió en la primera mujer en trabajar como profesora universitaria de matemáticas en el mundo.
En su Rusia natal, donde antes de Kovalévskaya jamás había existido una mujer con este cargo académico, la Academia de Ciencias se vio obligada a cambiar sus reglas acerca de miembros exclusivamente hombres para invitar a la matemática.
A lo largo de su carrera se le otorgaron varios premios. Su más importante trabajo fue una nueva solución al problema de la rotación de un cuerpo sólido en torno a un punto fijo. Cómo si no fuera suficiente, Kovalévskaya tenía talento literario y escribió obras de teatro, novelas y notas autobiográficas.
Zinaída Iermólieva
Médica soviética nacida a finales del siglo XIX, especializada en microbiología y epidemiología, que logró salvar miles de vidas con sus descubrimientos.
A los 24 años decidió realizar un experimento en su propio cuerpo para comprobar si un cierto tipo de bacteria encontrada en las aguas de los grifos era realmente el causante del cólera, como lo suponía. Para ello, Iermólieva bebió un vaso de agua contaminada. El resultado no se hizo esperar. En poco tiempo, la joven cayó enferma y por poco no murió.
Sus descubrimientos sirvieron para implementar los estándares sanitarios de cloración del agua, en uso hasta los días actuales. Posteriormente inventó métodos para el diagnóstico rápido del cólera y creó un medicamento capaz de tratar no solo esta dolencia, también la fiebre tifoidea y la difteria.
En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, la médica fue enviada a la ciudad sitiada de Stalingrado (actual Volgogrado) para evitar que la epidemia de cólera que se propagaba por las filas alemanas afectara a las tropas y a los ciudadanos soviéticos.
Pese a las difíciles condiciones de la época logró implementar la producción de bacteriófagos de cólera, llevar a cabo la cloración de los pozos públicos de agua y realizar una campaña de vacunación masiva. Por este destacado trabajo que le salvó la vida a una multitud de compatriotas fue galardonada con el Premio Stalin.
Evguenia Rubinstein
Después de concluir cursos superiores de matemática y astronomía en San Petersburgo, Evguenia Rubinstein, nacida en 1891, dio inicio a una brillante carrera científica en el Observatorio Físico Principal de la URSS. Fue una de las primeras mujeres en ser contratadas para trabajar en esta organización.
Los cambios en el clima llamaban de manera especial la atención de Rubinstein, por lo que dedicó su primer trabajo científico, publicado en 1920, a la teoría de la probabilidad en la previsión meteorológica. De esta manera, se convirtió en la primera mujer climatóloga no solo de la Unión Soviética, sino de todo el mundo.
En 1928 se publicó el primer tomo de la serie Clima de la URSS, de autoría de Rubinstein. La obra, dividida en cuatro volúmenes correspondientes a las regiones soviéticas, se envió a organizaciones en varios países del mundo, por lo que tuvo gran resonancia en la comunidad científica extranjera.
Rubinstein fue precursora en los estudios relacionados a la variabilidad climática global. Mucho antes de que Greta Thunberg surgiera en la faz de nuestro planeta, la científica soviética ya investigaba el aumento de las temperaturas en el Ártico.