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Ser altamente sensible, o pensar y sentir todo más profundamente, y a la par tener un alto rendimiento no son características desdeñables en el mundo corporativo

Por Ivette Estrada

A las profesionistas altamente sensibles las segregaron, ignoraron o humillaron. Sin embargo, en nuestra era se develan sus poderes de pensamiento crítico, resolución de problemas, gestión de personas, comunicación y autogestión y otras competencias humanas que ellas dominan plenamente. Y hoy pueden ser las super ejecutivas de cualquier empresa. Llegó la revancha.

Y la historia es ésta: Ser altamente sensible, o pensar y sentir todo más profundamente, y a la par tener un alto rendimiento no son características desdeñables en el mundo corporativo. Incluso, pueden representar un gran poder.

La sensibilidad puede ser una ventaja increíble en la carrera y en los negocios en general. Los gerentes saben que las personas que son más representan sus principales contribuyentes. Pero solo entre el 15 y el 20% de la población es altamente sensible (AS), aproximadamente una de cada cinco personas.

Ciertamente no es la mayoría. El mundo del trabajo está realmente diseñado para el 80%. Tenemos la mentalidad de que el mundo laboral es práctico, duro, agresivo, veloz. Es más, tradicionalmente no equiparamos la sensibilidad con el éxito.

Sin embargo, los pensadores profundos y críticos detectan oportunidades y ven matices que otras personas pasan por alto, lo que significa que son los primeros en llegar a una idea innovadora o una solución original porque toman más información y realizan conexiones de manera más profunda y significativa.

Además, los AS anticipan eventualidades, por lo que también mitigan las situaciones antes de que se conviertan en un problema. Esto ahorra tiempo y dinero valiosos. Son altamente empáticos y emocionalmente inteligentes. Son increíbles para influir, persuadir a la gente de una manera auténtica, motivar a las personas y levantar la moral en un equipo. Todas estas cualidades son un gran activo.

Ahora, no hay una diferencia en los niveles de sensibilidad entre hombres y mujeres. Tendemos a pensar en las mujeres como el género más emocional y sensible. Pero mucho de eso proviene del condicionamiento, el condicionamiento de nuestra infancia y adolescencia de que las niñas están destinadas a ser cuidadoras y más complacientes. Y ciertamente eso continúa una vez que entramos en el lugar de trabajo.

Los AS están más en sintonía con el entorno y son más conscientes de lo que sucede. Neurológicamente tienen un procesamiento más profundo. Los cerebros se iluminan más en áreas relacionadas con las interacciones sociales, la empatía y la conciencia de las emociones de otras personas. Esto representa muchas fortalezas, pero también desafíos.

Entre los principales están sufrir el síndrome de impostor, autocrítica, sentimientos de agobio emocional o reactividad emocional. El perfeccionismo y forzarse por ser agradables tienden a ser muy comunes.

No entender la sensibilidad o no tener las herramientas adecuadas para administrarla y aprovecharla, puede representar desventajas.

La más común es la falta de confianza y tratar de estar a la altura de las expectativas de otras personas. También el tratar de ser agradables siempre. Es decir, ser demasiado complacientes, no querer molestar a otras personas. Y no aprendemos a confiar en nosotros mismos porque no estamos seguros de que somos alguien que es digno de ser confiado.

Una forma de ganar perspectiva, especialmente cuando estás rumiando o realmente preocupándome por un problema, es la prueba del 10/10/10: ¿importará esto, tendrá esto un impacto en mí, o estaré pensando en esto dentro de diez semanas, diez meses o diez años? Y eso puede poner las cosas casi de inmediato en perspectiva y permitirle seguir adelante.

La ejecutiva superpoderosa siempre estuvo ahí.

En la foto: Ivette Estrada.