Los límites son el punto en el cual algo debe llegar a su término o a su punto máximo de desarrollo. Por ello, para aprender a ponerlos, debes conocerlos a fin de que otras personas puedan respetarlos.
¿Qué debes comenzar a identificar?
Por ejemplo, podrías comenzar a recordar aquellas situaciones que anteriormente te han hecho sentir incómoda y cómo el haber puesto límites te podrían haber ayudado.
- Identifica en qué ocasiones no puedes poner límites.
- También a las personas con las que te cuesta poner límites. Sí. Con las que te pase a menudo.
- Reflexiona sobre las intenciones de las otras personas, pero también de las expectativas que has supuesto.
- Analiza qué tan bueno es que te impliques de más en las circunstancias que no te corresponden.
Estas son nueve señales de por qué te cuesta establecer límites:
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- Asumes compromisos que no te gustan por temas a cómo reaccionen los demás o por temor al rechazo de las personas.
- Te cuesta trabajo expresar cuando te sientes incómodo.
- Te sientes culpable por haber cedido a algo que no te apetecía.
- Te sientes fastidiada e incómoda con las responsabilidades que te imponen y con las que no.
- Sientes que las personas se aprovechan de ti por tu amabilidad.
- No te gusta convivir con más personas para que no te carguen de sus problemas.
- Haces lo que los demás quieren y esperan de ti, pero no lo que tú quieres.
- Siempre le das gusto a la gente.
- Prefieres que los demás pongan los límites en vez de hacerlo.
¿Cómo puedes mejorar para poner límites?
Para poder lograrlo y no morir en el intento te recomendamos que nunca sobre expliques todo. Sé específica, clara y asertiva. Por ejemplo: si no tienes disponibilidad para una reunión en la que no te sientas a gusto, no vayas.
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