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Cada vez con más insistencia, resuena en las juntas directivas de empresas de todo tipo una idea: impulsar el liderazgo artístico

Por Ivette Estrada

La gestión como arte no es algo nuevo. Se trata de un concepto que reúne distintos tipos de conocimiento para generar la gestión empresarial. Por ende, hablamos de trasladar distintas disciplinas a la administración y desarrollo de modelos operativos corporativos y no sólo a una obra de arte como tal.

Intuitivamente, sabemos que el talento artístico implica experiencia, concentración y control, pues las personas que lo poseen muestran dominio de lo que hacen. Al mismo tiempo, sabemos que requiere creatividad, espontaneidad e imaginación, porque los artistas generan resultados, productos y actuaciones originales, y muchas veces sorprendentes, propuestas que cuestionan y superan el statu quo.

La importancia concedida al arte se da porque éste representa una amalgama perfecta de tres tipos de conocimiento que resultan cruciales en la dirección empresarial: experencial, conceptual y direccional.

El conocimiento experiencial procede directamente de la acción. En términos artísticos, se consigue mediante la participación activa en un medio o disciplina. Puede ser la planificación estratégica y la gestión como tal, o la música o danza.

El aprendizaje experiencial desarrolla la sensibilidad y la habilidad adquiridas a través de la práctica.

El conocimiento conceptual se extrae de la experiencia. Se incluyen teorías, modelos mentales, esquemas, categorías, criterios, mapas, heurísticas, reglas generales y fórmulas. Estas herramientas resumen y preservan lo que entendemos sobre aspectos como prominencia, relación, causa, evaluación, organización y secuencia.

Muchas de estas herramientas se hacen muy explícitas en un campo, mientras que otras siguen siendo tácitas. El conocimiento conceptual se puede entender como algo independiente, digamos en una clase, pero pasa a ser útil para la práctica artística cuando se emplea como guía para la percepción y la aplicación de la habilidad.

Por último, el conocimiento direccional proporciona orientación para la práctica. Este tipo de conocimiento general abarca paradigmas culturales y disciplinarios, identidades sociales, posturas, valores, papeles y motivaciones.

El conocimiento direccional es, en gran medida, tácito y está profundamente implantado. Rara vez permite el escrutinio, excepto en momentos de cambio transformacional dentro de una práctica personal o de una comunidad de prácticas. El conocimiento direccional se desarrolla sigilosamente y, a menudo, se da por supuesto.

Cuando se lograr unir los tres tipos de conocimiento se asume que ya se logró cierta maestría en una disciplina y que puede ser la base de un cambio o transformación. Una herramienta utilitaria para la organización y la vida.

En el campo corporativo, la generación de departamentos multidisciplinarios y equipos inclusivos agilizan la incursión empresarial a la esfera artística e incrementan sus posibilidades de innovación e influencia. ¿El primer paso? Analizar y evaluar conocimientos y experiencias alineados a los objetivos y misión empresaril.

En la foto: Ivette Estrada.