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Durante el Tercer Foro Suizo de Mujeres Líderes, expertas destacaron la importancia de la participación femenina en el mercado laboral para la recuperación económica

Representantes empresariales y diplomáticos se dieron cita en el Tercer Foro Suizo de Mujeres Líderes para examinar los efectos del COVID en sectores económicos con alta participación de mujeres, así como los obstáculos que ellas enfrentan para acceder al mercado laboral, destacando su papel frente a la crisis y rol en la recuperación económica.

En el evento, que se llevó a cabo en el marco del 75 aniversario de las relaciones entre México y Suiza, Eric Mayoraz, embajador de Suiza en México apuntó que la pandemia por COVID acentuó las vulnerabilidades propias de cada país.

«En México, como en otros lugares del mundo, las mujeres se vieron mucho más afectadas por la brutalidad y el carácter inédito de esta pandemia, que profundizó –aun más- las desigualdades preexistentes, amenazando también los avances en materia de igualdad conseguidos en las últimas décadas», apuntó.

El embajador expuso que en México, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de estar en una situación laboral frágil, pues muchas de ellas se desarrollan en el sector informal, así como en tareas que requieren más interacción cara a cara, es decir, con menos posibilidades de trabajo a distancia. Mayoraz apuntó que, de acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo (OIT), entre abril y junio de 2020 se estima que el porcentaje de mujeres que participaban en la fuerza laboral disminuyó 14,1% respecto al 6,6% de los hombres en el mismo periodo. El diplomático dijo que en Suiza las mujeres también han tenido que enfrentarse a estas desigualdades:

«Durante la pandemia, la carga de trabajo adicional provocada por el cuidado de los niños y la educación en casa pesó más en las mujeres que en los hombres (…) En este contexto, tanto en Suiza como en México, se requiere amortiguar y compensar los efectos de la crisis en el empleo, los ingresos y el deterioro de sus niveles de bienestar; para lograrlo es necesario un compromiso, tanto por parte del sector privado, como por parte de los gobiernos y la comunidad internacional».

 

Urge cambio de paradigmas

Como centro de este foro, se llevó a cabo el panel «Las mujeres como motor de recuperación económica y resiliencia en tiempos de crisis», el cual estuvo mediado por Belén Sanz, representante de ONU Mujeres en México, y con las panelistas Angelina Celorio, directora de desarrollo de Fragancias Latam Norte, Givaudan; Graciela Sánchez, directora de recursos humanos Latam Norte, Clariant; Gimena Mondragón, directora Nescafé Dolce Gusto y Starbucks México, Nestrlé México; y Wendee Molina, directora de planta, Dormakaba México.

Las ponentes coincidieron en que es necesario un cambio de paradigmas dentro y fuera de las organizaciones respecto al papel de la mujer actual.

«Tenemos ya suficiente evidencia para afirmar que la contribución de las mujeres a la economía es fundamental. No es sólo un tema de justicia social y de inclusión, es un tema de crecimiento económico también», puntualizó Sanz.

La representante de ONU Mujeres en México añadió que la inclusión de las mujeres debe garantizar sus derechos y la igualdad de condiciones en su participación en el mercado laboral.

Pese a la evidencia que existe sobre los beneficios que la inclusión trae consigo, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 28,6% de las mujeres de 15 años o más, no cuenta con ingresos propios, respecto al 10% de los hombres. Además, la participación económica de las mujeres en México es de las más bajas dentro de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha es de un 45%, contra un 77% entre mujeres y hombres que se desarrollan en el sector formal, respectivamente.

«La pérdida masiva de empleos de mujeres es un tema de enorme preocupación. En México, sólo en el primer trimestre de 2020 se perdieron, de cuerdo al Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), 1,6 millones de empleos, el 84% de estos eran de mujeres», remarcó Belén Sanz.

Romper con esta cadena de desigualdad y discriminación requiere –por supuesto- la participación de las empresas empleando mejores prácticas, pero el cambio comienza desde la educación en los hogares, pasando por las redes de apoyo, políticas públicas y privadas, hasta que esto genere cambios en la estructura social.

«Algo muy importante es: ser dueñas de su propio destino. El plan de desarrollo depende de nosotras, no es responsabilidad de la empresa dárnoslo, es responsabilidad de nosotras buscarlo (…) Creo que hoy, desafortunadamente, todavía estamos en la plática de diversidad de género, tenemos que evolucionar a la diversidad de ideas, de pensamiento, de clientes, generacional porque eso es lo que nos va a enriquecer y nos va a dar muchísima apertura para la creatividad, la innovación y la toma de decisiones mucho más incluyentes», opinó Angelina Celorio.

Por otro lado, las panelistas comentaron que la redistribución y corresponsabilidad en los cuidados es un obstáculo fundamental a eliminar para que las mujeres no vean limitado su ingreso al mercado laboral.

«Si atendemos el tema de los cuidados, trabajamos socialmente y culturalmente en ello, vamos a poder generar un verdadero cambio», apuntó Sanz.

Falta representación de mujeres para combatir la pandemia, el cambio climático y la violencia

En tanto, Patricia Danzi, directora general de la agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) compartió a través de un video-mensaje algunas de sus reflexiones personales sobre el papel de las mujeres en tres crisis globales: COVID, cambio climático y violencia en las guerras.

En el caso del virus que azotó a todo el planeta, Danzi aseguró que las desigualdades de género existentes hacen que las mujeres sean más vulnerables a los impactos económicos negativos.

«Los puestos de trabajo de las mujeres se ven dos veces más afectados por la crisis que los de los hombres. Las profesiones consideradas típicamente femeninas se ven particularmente afectadas”, como la hotelería, la industria de la confección, los empleados domésticos, vendedores, comerciantes. “Además, se despide más rápidamente a las mujeres porque mucho más a menudo ocupan puestos de trabajo poco cualificados, con condiciones laborales mal reguladas y precarias o trabajos en tiempo parcial».

Señaló que el sector femenino sigue realizando la mayor parte del trabajo no remunerado; también son las principales participantes en la primera línea de batalla contra el COVID-19 en el sector de la salud (70% a nivel mundial y 80% en México), lo que expone su vida a un alto riesgo y estrés mental. Agregó que el Producto Interno Bruto (PIB) global podría aumentar en billones de dólares de aquí al 2030 si se despliegan esfuerzos para reducir las desigualdades existentes.

Respecto a los efectos del cambio climático, Danzi comentó que la lucha por recursos naturales -cada vez más escasos- afecta particularmente a las mujeres en zonas rurales, quienes tiene menos acceso a ellos y están subrepresentadas en los espacios donde se tratan temas como las consecuencias y acciones para combatir el cambio climático o para la gestión de desastres.

En el caso de la violencia y de guerra dijo que «son a menudo las mujeres las que pagan en precio más alto». «En los campos de refugiados y desplazados, faltan de protección y están expuestas a violencia todavía (…) Yo estoy regresando de Sudan, donde para sobrevivir, tantas mujeres se ven obligadas a vender sus cuerpos».

«La experiencia demuestra que la participación de las mujeres en procesos de paz conduce a soluciones más sostenibles», finalizó.

El evento también contó con la presencia de Fernando J. Cruz, presidente de la Cámara Suizo-Mexicana de Comercio e Industria; Fausto Costa, director general de Nestlé México y Juan López-Dóriga Pérez, embajador de España en México.