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Las habilidades no técnicas que permiten a alguien interactuar de manera efectiva y armoniosa con los demás, son vitales para las organizaciones

Por Ivette Estrada

La historia es ésta: siempre existieron, pero las empresas minimizaron su importancia y poder. Después, tras una crisis mundial que hundió a las empresas de todos los sectores en una profunda recesión, el mundo corporativo descubrió que las capacidades esencialmente humanas, las habilidades blandas, eran las que determinaban la sobrevivencia empresarial.

Así, a medida que la automatización y la inteligencia artificial cambian drásticamente la naturaleza del trabajo, al unísono aumenta la importancia de las habilidades sociales y emocionales que las máquinas no pueden dominar.

Ahora, para fomentar tales destrezas, los empresarios deben ajustar las formas en que evalúan, educan, capacitan y recompensan a sus colaboradores en habilidades blandas como la colaboración, comunicación y pensamiento crítico.

En sí, las habilidades no técnicas que permiten a alguien interactuar de manera efectiva y armoniosa con los demás, son vitales para las organizaciones e inciden en la cultura, mentalidad, liderazgo, actitudes y comportamientos.

Se trata de habilidades avanzadas de comunicación, negociación, destrezas interpersonales, empatía, liderazgo, habilidades de gestión, emprendimiento, toma de iniciativas, adaptabilidad, habilidades de aprendizaje continuo así como capacidades docentes y formativas. Es decir, el tipo de destrezas que marcan la diferencia y permanencia en el mercado de las organizaciones.

Sin embargo, existe dos preguntas generalizadas: ¿Cómo colocar en la palestra las habilidades esencialmente humanas, si siempre se minimizaron y se antepusieron las destrezas técnicas?, ¿Cómo indicar que ahora son capacidades imprescindibles en las organizaciones?

El primer paso es medir las habilidades blandas. Esto resulta particularmente difícil, ya que se carecen de mecanismos sistemáticos de evaluación y certificación. Se requiere un marco que codifique tales habilidades y defina los criterios de evaluación para cada una de ellas.

Al mismo tiempo, se requieren viajes de aprendizaje combinados que mezclan el aprendizaje tradicional (capacitación, cursos digitales y ayudas laborales) con métodos no tradicionales, como el coaching entre pares. Es decir, las áreas de capacitación organizacional deben reestructurarse totalmente y la organización acentuar la importancia de adquirir nuevas destrezas y habilidades.

Ahora, para incentivar el aprendizaje de habilidades blandas, las recompensas y los incentivos son críticos. Consideremos que durante mucho tiempo la cultura corporativa las minimizó. Hoy deben revalorarse no sólo en el discurso sino en la práctica cotidiana de negocios.

Dada la necesidad crítica de habilidades blandas ahora y en el futuro, la capacitación de los empleados actuales no es suficiente. Es crucial asegurarse de que el personal de reciente ingreso tiene las habilidades más críticas desde el primer día. Esto no es fácil. Implica entrevistas elaboradas para que los candidatos a un puesto incluyen detalles sobre el trabajo pasado y experiencias de vida. También conviene realizar pruebas de juicio situacional o de qué harías o cómo resolverías ante un hecho predeterminado.

En sí, los empresarios que proporcionan capacitación en habilidades blandas reportan impactos positivos en su fuerza de trabajo, como mayor productividad y mejores resultados. A medida que se acelera el cambio de habilidad actual, es esencial que las organizaciones mejoren y amplíen las iniciativas de desarrollo para asegurar la longevidad y crecimiento empresarial. Es el retorno feliz de las capacidades insustituibles por la tecnología e inteligencia artificial.

En la foto: Ivette Estrada.