Más de mil 200 millones de niños en 190 países dejaron de ir a la escuela en algún momento de 2020 como consecuencia de la pandemia
Por Nadine Cedrone
El desarrollo integral de niños y jóvenes no sólo reside en contar con sólidos conocimientos académicos. La formación extracurricular es crucial para incentivar sus talentos, promover el aprendizaje continuo y estimular un estilo de vida saludable, tres claves fundamentales que impactan de manera positiva para evitar la deserción escolar.
Las actividades de ocio y convivencia sana como las extracurriculares son instrumentos eficaces que impulsan la permanencia escolar y contribuyen a la formación de ciudadanos productivos, responsables y comprometidos.
Al hablar de niños, niñas y jóvenes que viven en situaciones vulnerables, violentas o de riesgo, la permanencia escolar pende de un hilo, por ello como sociedad en conjunto, tenemos la misión de inspirar y formar en ellos los valores necesarios para desarrollar su máximo potencial.
En panoramas como el actual, es más que imprescindible dar continuidad a la preparación académica y formativa de los menores que se encuentran en circunstancias en desventaja. El trabajo colaborativo que proviene de las organizaciones de la sociedad civil representa una constante que suma para que estos infantes accedan a mejores oportunidades hacia su edad adulta y tengan una buena calidad de vida.
Sin duda, las condiciones durante la presente pandemia, pone de manifiesto el gran desafío de seguir luchando contra la deserción escolar, en particular en esas zonas que se caracterizan por sus altos niveles de violencia o marginación, incluso, en hogares en los que sin la supervisión de un adulto representa un riesgo para la salud, seguridad, e integridad de los menores de edad.
Más de mil 200 millones de niños en 190 países dejaron de ir a la escuela en algún momento de 2020 como consecuencia de la pandemia, según datos deFondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
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El mismo organismo indica que el cierre de las escuelas no solamente impide aprender, sino que expone a los menores a riesgos como abusos, trabajo infantil, trata de personas, enfermedades, embarazo adolescente, explotación sexual, desnutrición y deserción escolar.
Las acciones que buscan atender esta situación deben desarrollar un enfoque integral para impactar positivamente en el desarrollo de niños, niñas y jóvenes, y que, a su vez, permita erradicar situaciones de desigualdad o violencia de género que podrían estar viéndose profundizadas en el contexto de confinamiento.
Por ejemplo, en el Club de Niños y Niñas ofreceremos programas extraescolares constructivos de alta calidad y supervisión profesional continua. Basados en un proyecto avalado por el Boys & Girls Club of America, el enfoque del Club es mantenerse como un agente fundamental para el apoyo emocional, el monitoreo de riesgos, la continuidad de los aprendizajes y apoyo a las familias.
Las habilidades y conocimientos adquiridos durante las actividades extracurriculares, entre las deportivas, las artísticas, la lectura, entre otras, tienen una influencia positiva a largo plazo, incluso en la salud emocional, ya que fomentan las herramientas necesarias para abrir puertas a grandes futuros.