Por Gabriela Martínez
La única resolución sustantiva para hacer frente a la crisis del Covid-19 adoptada por la Asamblea General de la ONU ha sido propuesta por México
Antes de la pandemia por Covid-19 dábamos por hecho una serie de cosas que no teníamos ni idea que cambiarían; desde usos y costumbres, pasando por nuestros medios de comunicación hasta la forma en que recibimos la información. Respecto a este último punto, ahora resulta particularmente importante prestar atención a la manera en la que nuestros mandatarios y organizaciones mundiales nos mantienen informados.
Es decir, al igual que nosotros, ciudadanos de diferentes naciones, se están acoplando a un nuevo ordenamiento, haciendo más uso de las herramientas tecnológicas con el fin de trabajar virtualmente para seguir manteniendo la seguridad, el orden y la paz que en cada nación debe gobernar.
Al no estar preparados ante tales retos, Pablo Arrocha Olabuenaga, asesor jurídico de la Misión Permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nos comenta desde su perspectiva cómo se vive este proceso interno en el organismo internacional.
«Desde hace muchos años, Nueva York se ha consolidado como el corazón financiero y cultural de Estados Unidos y del mundo. No es de extrañar que la sede de la ONU esté ubicada precisamente en Manhattan. Sin embargo, al ser una ciudad internacional por excelencia, Nueva York también ha sido el epicentro de la pandemia», comenta.
Las reglas de procedimiento con las que operan los órganos principales de la ONU, como la Asamblea General o el Consejo de Seguridad, están diseñadas para trabajar de manera presencial.
Sin embargo, desde marzo pasado, por decisión del secretario general António Guterres, el edificio de la ONU se mantiene cerrado; el segmento de jefes de Estado y de gobierno de la Asamblea General que se lleva a cabo en septiembre, ha sido cancelado; y aún cuando poco a poco se avanza en la «reapertura» de la ciudad de Nueva York, un edificio cuya función es albergar a más de cien delegados en salas de conferencias, tendrá que esperar más tiempo antes de poder retomar sus actividades con regularidad.
Nuevas estrategias
Es por ello que como en muchos otros lugares de trabajo, la organización ha tenido que desarrollar estrategias para la familiarización al uso de plataformas virtuales para embajadores con poca inclinación tecnológica, pasando por las amenazas en materia de ciberseguridad, hasta las interpretaciones normativas para tomar decisiones formales, sin duda los retos no han sido menores.
Por ello resulta aun más significativo que la única resolución sustantiva para hacer frente a la crisis del Covid-19 adoptada hasta ahora por la Asamblea General de la ONU haya sido propuesta por México y adoptada el 20 de abril con el consenso de toda la membresía, y con el copatrocinio de 179 países.
«Quizás una de las grandes lecciones aprendidas sea que la ONU está obligada a modernizarse para dejar atrás las formalidades protocolarias de 1945 y avanzar a una verdadera diplomacia multilateral moderna que esté a la altura de las exigencias del siglo XXI. Al margen de los temas recurrentes de la agenda, éste deberá ser el primero que aborden las delegaciones al volver a la sede de esta Organización que sigue siendo nuestra mejor apuesta por el bienestar social y la paz del mundo», finalizó Arrocha Olabuenaga.