La inflación sigue reportando cifras históricas en México, lo que ha provocado un alza en los precios de productos que se han vuelto indispensables en los hogares mexicanos. No todos sufren las consecuencias, pues la situación afecta más a los sectores vulnerables, incluidas las mujeres. De aquí nació el anglicismo «she-flation».
El poder adquisitivo de las y los mexicanos se ve gravemente afectado por este fenómeno; empero, debido a las desigualdades económicas y sociales, así como la falta de políticas con perspectiva de género, propician peores condiciones para las jefas del hogar.
Lo anterior, a raíz de que la pandemia por Covid-19 incrementara los índices de desempleo (mismo que fue mayormente protagonizado por las mujeres). A mediados de 2021, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), reportó que 7 de cada 10 desempleados eran mujeres, lo que representa un 71% de la población desocupada.
En México por cada $100 pesos que gana un hombre, las mujeres perciben $73, lo que evidencia una brecha de género salarial que no ha culminado pese a los programas y esfuerzos gubernamentales.
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Desempleo, desigualdad e inflación: el panorama de las mexicanas
El último Censo de Población y Vivienda mostro más de 11 millones de hogares reconocen como jefa de sus familias a las mujeres, quienes al ser proveedoras se enfrentan con más retos a la hora de abastecerse. La razón es que el 58% de ellas se encuentra económicamente inactiva o es menor de 15 años.
Uno de los principales alimentos para estos núcleos es la tortilla, la cual aumentará a $30 pesos el kilo en agosto, lo que refleja un incremento de $12 pesos en los últimos años. Otros elementos de la canasta básica como el frijol y el arroz también reportaron alzas durante el primer semestre de 2022.
Además, la población femenina también debe preocuparse más por artículos de higiene personal como las toallas o tampones, los cuales no han bajado sus precios pese a la reforma que entró en vigor en enero de 2022 para eliminar el IVA de estos productos.
A todo ello se suma que el 33% no tiene acceso a servicios médicos, incrementando riesgos a su salud física y también mental ante el estrés financiero que consolidó la crisis.
Encaminar políticas públicas para otorgar recursos suficientes a los grupos femeninos, es primordial para acabar con los sesgos económicos, la pobreza y la falta de oportunidades. Instaurar programas enfocados a contrarrestar la she-flation deberá abrirse paso en la agenda social del país, a menos que se quiera castigar más al género que lucha por hacer valer sus derechos.
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