Por Ivette Estrada
Quien quiera ser más poderoso debe tomar clases de teatro. A esta insólita conclusión llega Alan Ramírez Flores, CEO de Coperva y autor de Liderazgo para tod@s, quien identificó que las técnicas de las artes escénicas combinadas con la investigación en ciencias sociales permite usar responsablemente nuestro poder y usarlo bien al interactuar humano a humano.
El teatro da experiencias, conocimiento y destrezas para actuar fuera de su zona de confort normal para desempeñar todo tipo de roles con agilidad y alcance. Emplear entrenamiento de actuación y escenarios del mundo real en problemática común de las empresas, como la cobranza.
Para Ramírez Flores el poder es una herramienta para servir a los demás. “El liderazgo es un papel y la expresión de ese papel es nuestra responsabilidad como líderes”. Así que nuestro trabajo es llevarnos a nosotros mismos, nuestra experiencia y voz al liderazgo en la oficina, hogar y comunidades.
Algunas cosas que puedo hacer con el cuerpo y la voz para demostrar ese poder es tener claridad del contexto. El CEO de Coperva ejemplifica: ¿cuáles son mis responsabilidades aquí, en este momento, con estas personas? ¿Cuáles son mis responsabilidades en mi rol más amplio dentro de la organización? Y llevar todo nuestro ser a ese papel que se desempeñando en el momento. Esa es la esencia del liderazgo contextiual, explica.
Parte de la contextualización es saber que elegir palabras sin sentido nos aleja de las personas. Hablar crípticamente sin explicación, intencionalmente o no, puede ser una exhibición de dominio o tocar improvisadores de alto estatus. Pero “el impacto de este tipo de lenguaje depende del contexto y de la audiencia. Por lo tanto, puede leerse como intimidante si usamos un lenguaje que la audiencia no conoce. Incluso puede resultar ridículo si quien lo emplea lo hace para levantar su estatus”.
Otra parte del poder es la percepción de los otros. Ramírez Flores asegura que “gestionar cómo nos ven los demás es fundamental para la vida social, pero el miedo generalmente puede llevar a las personas a minimizar aspectos de su identidad que pueden no alinearse con las expectativas de roles de la mayoría del grupo. Es lo que se llama minimización de las identidades estigmatizadas en varios elementos como el cabello, la ropa, el acento”.
Paradójicamente, tales enmascaramientos nos llevan a alejarnos de causas y personas, Y tal encubrimiento puede o no ser consciente. De ahí la importancia de la actuación para centrarnos en el aquí y ahora, pero también para determinar que efecto queremos causar a los demás y para qué.
La actuación también permite descifrar determinan qué historias están centradas y qué historias están marginadas. “La revelación narrativa profundiza nuestra comprensión de los demás y de nosotros mismos. Al descubrir historias no contadas anteriormente, podemos crear entornos que inviten a nuevas historias y que ayude a dar forma a culturas de trabajo inclusivas y equitativas”, remarca el directivo.
En sí, “el oficio de actuar nos enseña a descubrir. También prepara el escenario para permitir que otros hagan lo mismo”, dijo el empresario.
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