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Con la llegada de la adolescencia, el cuerpo de tus hijos cambia y se va convirtiendo poco a poco en el de un adulto. Pero los cambios no son solo físicos, sino que además van acompañados de un desarrollo psicológico y social complejo que los padres no siempre sabemos cómo afrontar. hijos son hijos

Ayudarlos a convertirse en personas responsables y equilibrados durante la pubertad, marcará el paso de la niñez a la adolescencia que se sitúa entre los 9 y los 13 años. Después de esta edad, los cambios se aceleran todavía más e integran un período en el que el niño ya no es pequeño, pero tampoco adulto y los cambios en la apariencia van acompañados de modificaciones en los comportamientos, emociones y conductas, que mezclan actitudes infantiles y juveniles. Generalmente, el fin de la adolescencia y la llegada de la juventud se establecen entre los 18 y los 20 años.

Es importante estar atentos al desarrollo del niño durante estos años para detectar posibles problemas y ayudarle cuando lo necesite.

Los siguientes consejos te darán claves para estar a su lado y saber reaccionar ante los cambios o conflictos.

1.- Mantén la calma y apóyale hijos

Es importante que tengas paciencia y recuerdes que, aunque a veces muestre rechazo, en esta etapa tu hijo necesita especialmente el apoyo de las personas que le rodean y le quieren. Se trata de un periodo confuso y en el que la autoestima baja y la seguridad se tambalea. Esto puede generar agresividad, cambios de humor repentinos o actitudes duras hacia los padres, pero trata de evitar el enfrentamiento aportando siempre la visión adulta y muéstrale tu cariño incondicional.

2.- Escucha y pregunta hijos

Durante esta etapa, el adolescente puede tender al aislamiento y evitar las conversaciones con los padres. Haz que se sienta escuchado cuando se decida a contarte algo, no le juzgues, pregúntale cómo se siente, pide su opinión y demuéstrale que te interesa lo que piensa. Puedes aprovechar momentos cotidianos y tranquilos para dedicar tiempo a charlar de todo tipo de temas.

3.- Fomenta el razonamiento y la lógica hijos

El cuerpo de tu hijo está cambiando, pero su capacidad de tomar decisiones y actuar con lógica y responsabilidad todavía no ha madurado. Por eso es importante que le guíes, trabajes con él el pensamiento razonado y crítico y el respeto mutuo.

4.- Trabaja la responsabilidad hijos

Si das a tu hijo ciertas responsabilidades, teniendo en cuenta su grado de madurez y capacidades, le mostrarás que empiezas a tratarle como un adulto y ayudarás a su desarrollo psicológico y a la adquisición de valores.

5.- Involúcrate en su educación

El fracaso escolar es uno de los peligros de esta etapa y tu labor es importante para evitarlo. Apoya su esfuerzo, infórmate de sus avances en la escuela y destaca sus capacidades y destrezas. Es recomendable controlar especialmente que se mantengan rutinas en casa que completen el trabajo en el aula, para evitar que el adolescente pierda el ritmo y el interés.

6.- Mantén normas

Aunque le des cierta libertad y autonomía, las reglas y la rutina ayudan a establecer la estructura de seguridad que el adolescente necesita. Sin embargo, permite cierta negociación al establecer las normas, evita presionarle y no crees expectativas demasiado altas que no pueda alcanzar. El fracaso es parte del aprendizaje, y el castigo, en caso de comportamientos inadecuados, debe ser razonable y constructivo.

9.- Cuida su salud

Aunque la adolescencia es una etapa con menos riesgo de enfermedad que la infancia, hay que seguir cuidando el cuerpo para que el desarrollo sea correcto. La alimentación es fundamental, al igual que un descanso adecuado y el ejercicio físico, muy recomendable a estas edades.

8.- Vigila sus comportamientos y, ante problemas serios, busca ayuda

A estas edades pueden aparecer rasgos de agresividad o depresión, los primeros acercamientos al alcohol y las drogas, amistades poco recomendables, trastornos alimenticios o signos de adicción a la tecnología, Internet o las redes sociales. Es importante que estés atento a cualquier detalle preocupante en la actitud de tu hijo y lo comentes con naturalidad. Si tienes dudas o lo consideras necesario, consulta con un profesional de la psicología.

Nadie nacemos sabiendo ser padres, pero con esta nota seguramente estás orientada y sabrás cómo actuar.

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