De acuerdo con un estudio, la presencia femenina en cargos altos en la industria tecnológica en Latinoamérica aumentó un 18% en los últimos años
Por Karla Aguilar*
El hablar de feminismo es hablar de una historia evolutiva en construcción, si bien es cierto el término está en voga, no es nuevo, ni una lucha reciente. Dora Barranco en su reciente libro titulado: «Historia mínima de los feminismos en América Latina», evoca a Sor Juana Inés de la Cruz como la figura mexicana feminista pionera en el tema, quien por medio de diferentes géneros literarios desde el siglo XVII, predicaba a favor de los derechos de las mujeres.
Pero entonces, ¿por qué si desde el siglo XVII se habla de los derechos de las mujeres, no fue sino hasta 1955 que se gana el derecho al voto de la mujer en México? La realidad es que se hace necesaria una respuesta colectiva para la reivindicación de los derechos igualitarios.
Como sociedad nos llevó más de 45 años formalizar los derechos de la mujer al voto, y comenzar a crear una memoria colectiva que iría poco a poco reivindicando la voz de la mujer en nuestro país. La pregunta es: ¿Por qué entonces después de 66 años haber conseguido el derecho al voto seguimos teniendo problemas de violencia de género y de falta de reconocimiento de la igualdad de derechos?
Cifras en México
Si bien es cierto que la pluralidad es inexorable para las sociedades evolucionadas, la construcción conceptual del significado de ser mujer se pone a prueba cuando existen desigualdades estructurales. Las mujeres tienen mayores tasas de graduación de educación universitaria que los hombres (21% comparado contra 18%), no obstante, un estudio realizado por elConsejo Nacional para Prevenir La Discriminación (Conapred) en 2018, las mexicanas ganan en promedio un 34% menos que los hombres.
Por mi parte, empecé mi carrera profesional como docente en inglés en una primaria federal mexicana, desde muy joven me pude dar cuenta que la educación sería el pilar que sostendría mi desarrollo profesional. Hoy, como líder de comunicaciones en una de las aceleradoras digitales más grandes del país, reafirmo mi apuesta por la educación como medio de la construccion de la potencia transformadora de las mujeres mexicanas.
Con gusto, puedo darme cuenta que las mujeres hemos logrado ganar espacios que antes estaban «reservados» solo para hombres, un claro ejemplo es la industria tecnológica. De acuerdo con un reciente estudio de LinkedIn, la presencia femenina en cargos altos en la industria tecnológica en Latinoamérica aumentó un 18% en los últimos años, junto a las contrataciones para puestos técnicos: directoras de tecnología un 60% y 43% para las desarrolladoras de sitios web.
Las mujeres, hemos demostrado la capacidad que tenemos para entrar en cualquier ámbito y el sector digital no es la excepción. La transformación digital necesita mujeres. Y no estoy hablando de superioridad femenina, sino de igualdad de oportunidades, de buscar que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades de crecer y ser líderes en cualquier ámbito.
Todavía hay un gran camino por recorrer y las cifras lo avalan, de acuerdo con Mckinsey Global Institute la igualdad de género podría aumentar en 12 billones por año la economía mundial para el 2024.
Los siguientes pasos
El hablar de feminismo no solo es hablar de garantizar el derecho al voto; se trata de abordar el derecho económico de las mujeres, para elegir su carrera, para desarrollar su potencial en un ambiente seguro, es hablar de brindar empoderamiento económico y autonomía suficiente para que podamos desarrollar nuestras habilidades como profesionales y como parte de una sociedad igualitaria.
Las mexicanas tenemos el derecho a elegir cómo vivir, qué vestir, a ser profesionales y a tener una familia si así lo decidimos, sin tener que elegir entre una u otra cosa. Es tiempo de encausar los esfuerzos a brindar mayor acceso a la educación para que más mujeres -de todos los estratos económicos- puedan construir su propia historia de éxito, sin colocar etiquetas preconcebidas acerca de qué significa el éste.
Celebro los espacios ganados e invito a hombres y mujeres por igual, a continuar abriendo brecha y consolidar este camino, para que, en un tiempo cercano, nuestra reflexión no sea acerca de la incursión de las mujeres, sino el cómo seguir haciendo crecer industrias en conjunto. La anacronía entre la capacidad visionaria y la posibilidad de crear un cambio desde el empoderamiento económico de la mujer debe seguir siendo un tema relevante en la evolución de nuestra sociedad actual.