Por Ivette Estrada resiliencia
Evitar el maniqueísmo se las acciones y dejar de dividirlas en éxitos y fracasos puede generar una percepción más realista de nuestras acciones y decisiones. También puede blindarnos del dolor de perder…otra vez. Desmitificar las fallas es una llave no prevista a la resiliencia.
La resiliencia implica recuperarnos de los desafíos, la rapidez en lograrlo e, incluso, volvernos más fuertes después de enfrentarlos.
Sin embargo, puede ser difícil mantenerse resistente cuando las luchas continúan, sin un final a la vista. Esto ocurre con la actual pandemia del Covid-19: nos volvimos malabarists en las pitas de trabajo, vida familiar, cuidados de salud…tratamos de resistir mientras infinitos cambios nos abruman, permanecemos en gran incertidumbre y los planes se postergan una y otra vez.
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Lidiar con las caudas de la pandemia, que incluso implican pérdidas de seres queridos y enfermedades de familiares, no es fácil.
La investigación sobre poblaciones que enfrentan fracasos reiterativos, confirma que este patrón afecta negativamente la capacidad de las personas para reunirse. Afectan los sentidos de optimismo y esperanza, disminuyen la fuerza y ánimo de reintentarlo de nuevo.
Aquí emerge otro problema: a pesar de experimentar muchos fracasos, no necesariamente aprendemos de ellos porque afectan nuestro ego, así que nos desconectamos de las fallas para evitar molestias.
Sin embargo, las intervenciones reflexivas pueden ayudarnos a dar forma a nuestras culturas de trabajo para construir más resiliencia.
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Por un lado, a pesar de que nos resistimos a aprender de nuestros propios errores, estamos inclinados a extraer lecciones de nuestras victorias, así como de las experiencias de los demás, sin importar el resultado.
Las organizaciones deben tener esto en cuenta al capacitar a los gerentes sobre cómo dar retroalimentación. Cuando es negativa debe entregarse de una manera reflexiva que no amenace el ego si los gerentes quieren que los empleados la atiendan y aprendan.
Otra cosa que las organizaciones pueden hacer para apoyar la resiliencia entre los empleados es alentar a las personas a hablar abiertamente sobre sus fracasos. Conviene que los líderes sean transparentes, e incluso analíticos, sobre campañas fallidas, lanzamientos de productos y otros proyectos.
Los líderes empresariales pueden crear culturas donde la tasa real de éxito y fracaso sea conocida por cada empleado. Esto normaliza el fracaso en una organización, creando un entorno donde una cierta tasa de fracaso para nuevos productos e iniciativas es totalmente aceptable. Este conocimiento por sí solo hace que las personas estén menos molestas por el fracaso personal y, como resultado, es más probable que aprendan de él.
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Esto puede ser un desafío para las empresas con resultados basados en el rendimiento. Pero es la mejor manera de fomentar la toma de riesgos inteligente durante un momento en que los empleados pueden ser particularmente reacios a fallar una vez más.
Los líderes fuertes reconocen que el fracaso es parte del proceso. Esto ayuda a reducir el estigma asociado con el fracaso, lo que lo hace menos amenazante y, a su vez, ayuda a las personas a aprender.
Aunque la gente piensa erróneamente que el progreso es lineal, la verdadera resiliencia es más circular. Las experiencias difíciles pueden hacerte retroceder tres pasos. Cuando se abordan de la manera correcta, esas experiencias albergan lecciones que crean resiliencia para el futuro.
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